Armados con mascarillas y enfundados en trajes de faena, varios arqueólogos egipcios y japoneses descendieron este lunes hasta el fondo de la oquedad que albergó durante 4.500 años la segunda barca solar del faraón Keops (2579 a. C.-2556 a. C), a los pies de su pirámide en la meseta de Giza. Un puzle de 600 listones de madera que, tras ser extraído y restaurado, será ensamblado y expuesto al público en el plazo de cinco años.
"Tenemos ganas de terminar los estudios y los análisis técnicos de la madera para saber si hay algo deteriorado", señaló en castellano el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Amin, a varios medios de comunicación españoles, entre ellos, ELMUNDO.es. "Es maravilloso. Se puede considerar como una momia porque se desmontó en piezas que fueron tratadas con productos para conservarlas", agregó.
Las heridas de la madera
No obstante, Amin precisó que los primeros datos indican que los listones resultaron dañados por la entrada de aire y agua mezclada con cemento durante las obras de construcción del museo que a unos metros de la pirámide exhibe desde 1982 la primera de las naves descubierta en 1954. Los análisis previos, efectuados mediante rayos X, ya sugirieron que los principales componentes de la madera habían sufrido un deterioro severo.
Acompañada por la habitual ceremonia de flashes y declaraciones, las autoridades egipcias y los investigadores de la Universidad nipona de Waseda inauguraron la tercera fase de un proyecto que fue presentado el pasado junio. Entonces un primitivo sistema de poleas comenzó a retirar los 41 bloques de 16 toneladas de piedra caliza que sellaban una fosa localizada en 1954 pero que no fue estudiada hasta 1987.
A partir de aquel año el equipo asiático investigó el perímetro a través de ondas electromagnéticas y hallo el vacío horadado en la tierra que unos meses después un equipo del National Geographic logró penetrar con una minúscula cámara. Sin embargo, el proyecto definitivo solo se inició en 2008.
Una cura de cinco años
Según el profesor de Waseda y director de la misión, Sakuji Yoshimura, durante los dos próximos años los listones de madera serán analizados y restaurados y se necesitarán otros tres para recomponer el fascinante esqueleto de una de las cinco naos que acompañaron la vida de ultratumba del rey Jufu, bautizado como Keops por el griego Herotodo y descrito como un cruel tirano que sojuzgó a su familia y su pueblo para erigir una de las siete maravillas del mundo antiguo.
La suerte de las barcas solares ha sido dispar. La primera estaba formada por 651 piezas que el arqueólogo egipcio Kamal el Mallaj tardó en ensamblar 13 años. Mide 43,4 metros de eslora, 5,6 metros de manga y 1,5 metros de calado. Está construida con madera de cedro originario del Líbano y las tablas del casco están unidas por cuerdas.
A juicio de Amin, la segunda embarcación es de menor tamaño y su montaje requerirá menos tiempo "por las nuevas técnicas y la experiencia anterior". "Otras dos fueron robadas y la quinta aún no ha sido desenterrada", precisó.
Los enigmas de su principio y fin
Recomponer las piezas también podría arrojar luz sobre la utilidad de estos barcos. La teoría del destronado ministro de Antigüedades Zahi Hawas es que no se trata de "un bote funerario usado para trasladar el cuerpo del faraón desde la capital hasta su enterramiento", sino un símbolo en honor al dios solar Ra.
Con las dos naves encontradas, el difunto rey navegaría durante el día (una barca denominada 'mandyet') y al caer la noche ('mesketet'). Por su parte, Amin consideró que podría haber sido usado durante la vida terrenal de Keops o como un símbolo de poder y ostentación: "Igual hoy que un monarca posee cinco coches o yates".
Su origen es, de momento, tan misterioso como su destino. Inicialmente se había proyectado exhibirlo en el Gran Museo Egipcio de El Cairo, un proyecto faraónico que se levanta en las proximidades de las pirámides de Giza y cuya inauguración está prevista para 2015. Pero Amin barrunta otra alternativa: "Dejarlo aquí, en su lugar original".